Vivimos tiempos extraños. Antes de que se plantease la situación que más nos preocupa y nos ocupa la mente estos días, vivíamos en un entorno que los experto denominan “VUCA” (término acuñado tras la guerra fría por el ejército de EEUU) que significa, tal y como indican sus siglas, que en nuestro mundo predomina la Volatilidad (“lo que hoy es, mañana no es”), la Incertidumbre (no sabemos que puede ocurrir mañana, o dentro de dos semanas en algunos ámbitos de la vida), la Complejidad (en los procesos, en la interrelación de los factores de los que depende la economía mundial, en la manera en que nos relacionamos, en la forma de funcionar de las organizaciones), y la Ambigüedad (ahora más que nunca, las cosas no son lo que parecen en casi ningún ámbito de la vida, predomina la falta de claridad). Y en estas estábamos cuando de repente, en un lapso de dos meses, el mundo da otro giro de tuerca, y nuestra vida parece complicarse un poco más.
¿Alguien más tiene la sensación de que estábamos paladeando los primeros frutos tras la salida de la crisis de 2008 y empezando a vivir en un mundo en el que la situación se había reconducido lo suficiente como para que las personas pudiésemos (en casi todos los países de Europa) empezar a disfrutar de nuevo de los frutos del trabajo, de un entorno medianamente seguro y predecible?
Ya sé, ya sé… ¿En España? ¿Un país con una de las tasas de paro más altas de Europa? ¿Un país en el que los investigadores y sanitarios siguen emigrando para poder trabajar (excepto quizás estos días)? ¿Dónde los recién graduados, en su veintena, cada vez tienen menos posibilidades de encontrar un trabajo que se corresponda con su nivel de formación? ¿Dónde las mujeres siguen cargando con una división muy desigual del trabajo dentro del hogar, y percibiendo un salario fuera de él significativamente menor que su compañero masculino?
Bueno, en realidad lo que quería decir es que estábamos empezando a acostumbrarnos a que el cambio, ahora más que nunca, está presente en todos los ámbitos de nuestra vida. Y mientras trabajábamos duramente en pro de la mejora y el avance que como seres humanos deseamos y nos merecemos, y mientras empezábamos a meter dentro de esos juegos malabares otras pelotas no menos importantes, como son la de la igualdad entre personas sin discriminación de género, raza, orientación sexual e ideas políticas, o la de la concienciación medioambiental y la transformación de las actividades de la vida humana en favor de la sostenibilidad, mientras todo esto parecía estar llegando, ocurre un acontecimiento a nivel mundial que nos paraliza a todos.
La primera semana que pasamos en casa, al decretarse el estado de alarma en España, acudían a mi mente las imágenes de la película de Walt Disney “La Bella Durmiente” ¿Recordáis esas escenas, hacia la mitad de la película, en las que las tres hadas madrinas (Fauna, Flora y Primavera) van cubriendo de un halo de magia con sus baritas todo el reino, y dejando dormido a todo el mundo? Entonces, como ahora, había una motivación muy clara. Durante ese sueño, los personajes de Disney no podían envejecer, y así Aurora podría despertar después de su sueño y reencontrarse con sus seres queridos.
Sin embargo, entonces como ahora, el tiempo sigue su curso, y la búsqueda de soluciones por parte de quienes pueden hallarlas, son parte importante de este “sueño” en el que nos hayamos sumidos. Sin embargo, y a diferencia de los personajes del cuento, nosotros solo estamos dormidos en parte. Nos hemos dormido en los abrazos, en los besos, y en esos espacios públicos en los que compartíamos risas y sonrisas con otras personas, despreocupados.
Existe sin embargo esa otra parte de nosotros que ha despertado a partir de estas vivencias. Esa parte nuestra que despierta, y que habíamos casi olvidado algunos días, a base de constreñirla entre horarios ajustados, esperas frente a la parada de bus o metro, y estreses varios debidos a no poder cumplir con todas nuestras tareas, autoimpuestas casi todas, porque de decisiones está hecha la vida. Y es esta parte tan importante la que muchos de nosotros estamos redescubriendo ahora. Gracias, SI, GRACIAS, a esta situación en la que nos encontramos.
Dicen los expertos en psicología positiva, esa rama tan adorable y necesaria de la psicología que se centra en descubrir los factores en los que reside la felicidad (en lugar de la infelicidad), dicen los expertos, que unos de los factores más importantes que llevan al ser humano a encontrarse con la felicidad es la gratitud. La gratitud entendida como la capacidad de alegrarse por y apoyarse en, aquello por pequeño o poquito que sea, que nos hace reconciliarnos con lo que nos ha tocado vivir.
Y ahora yo, como decía Albert Camus, estoy descubriendo que “en medio del invierno, había en mí un verano invencible” *
Estas son las 7 cosas que me han pasado, o mejor dicho (y haciéndome responsable de mi lenguaje, como nos gusta decir a los Coaches) he descubierto, trabajado y disfrutado, desde que estamos “durmiendo”:
1. Me he hecho adicta a los TED y TEDx talk: Porque hablan de temas que me importan, porque me conectan con otras personas y formas de pensamiento en todas partes del mundo. Porque enfrentan con valentía y de forma directa cuestiones de toda índole (no siempre políticamente correctas o mayoritariamente aceptadas).
2. He establecido por fin una rutina de sueño sana y suficiente: No sé vosotros, pero para mí, uno de los asesinos de la creatividad, de la motivación y el empuje para perseguir mis sueños es la falta del ídem. Recuerdo con horror el sonido del despertador sonando demasiado pronto, siempre demasiado pronto. Ahora me despierto descansada, a veces quizá demasiado (“mea culpa”). Me levanto despacito, porque no voy a perder ningún autobús por 30 segundos que me haga llegar 30 minutos tarde a ninguna parte. Y ese descanso extra me ayuda a coger el día por los cuernos.
3. He profundizado en mis hobbies: Estoy dedicando el tiempo extra a las cosas que me gustan (cantar, dibujar, escribir) y he aprovechado para actualizarme e integrar recursos de los temas que me interesan (posts, videos, páginas web, personas referentes y que me inspiran).
4. Me he aprovechado de los recursos gratuitos puestos a nuestra disposición: Vale, sí, hay demasiada información. Pero ¿Quién dice que tenemos que verla o leerla toda? Yo he seleccionado los enlaces a las cosas que me aportan, me forman o me motivan, y los demás los borro ¡sin culpa! Algunas instituciones han compartido materiales que al margen de ser una forma de llamar nuestra atención sobre lo que ofrecen, son verdaderos tesoros que nos permiten descubrir nuevos campos, tanto personal como profesionalmente.
5. Me he reafirmado en mis valores medioambientales: Seamos sinceros, en la mayor parte de los foros no está bien visto tener muy desarrollada la conciencia medioambiental. Un poquito si, lo justo. Pero cuando hablamos de hacer cambios en nuestros hábitos, de tomar decisiones que transformen la sociedad, enseguida sale la palabra “fanático”. Pues bien, me declaro fanática en favor del cambio, y me comprometo a pasar de una disposición centrada en el “tener” a una centrada en el “ser”** como proclamó Erich Fromm hace ya la friolera de más 40 años. Fue la actriz Emma Watson la que dijo: “Si no es ahora ¿Cuando? Si no soy yo ¿Quién?” ***
6. He retomado lecturas de esas que cambian vidas: Creo que la lectura es una de las actividades más transformadoras que existen. Al contrario que los videos, o los posts, durante la lectura de un libro se desarrolla el contenido en un lapso de tiempo mucho más largo. Eso nos permite digerirlo, interiorizarlo, cuestionarlo e integrarlo. Por eso nos deja un poso profundo en la mente, requisito indispensable para cambiar percepciones y realizar aprendizajes.
7. Me he comprometido plenamente con mi rutina de Mindfulness: !Vaya, otra palabra gastada! Pues sí, el Mindfulness es otra de esas palabras que no va a dejar de gastarse, porque tal y como le ocurre a la lectura, en mi humilde opinión es una de las actividades más transformadoras que existen. No voy a contaros como funciona, o sus efectos, porque sobre esta temática existen miles de millones de posts, páginas web, conferencias y demás, hechas por expertos en la materia, mucho mejor informados que yo. Simplemente os diré como me ha cambiado la vida a mí. Me ofrece un espacio de tranquilidad cuando y donde lo necesito, me ayuda a descansar mejor, me ha ayudado a desarrollar la paciencia y a pensar antes de actuar. Y lo más importante, no sé si consecuencia de todo lo anterior: Me proporciona paz. Llevo practicándolo regularmente desde hace dos años, unos 20 minutos al día. Cuando digo que me he comprometido con mi rutina me refiero a que me ahora estoy siendo capaz de ver lo importante que es para mí, y que me comprometo a seguir encontrando el tiempo para sentarme a hacerlo, a mejorar mi técnica, a explorar recursos, a unirme más frecuentemente a grupos de personas que lo practiquen juntos. Y a sentir gratitud por el tiempo que puedo dedicarle.
Todas estas cosas han pasado (¿Mágicamente como en La Bella Durmiente?, Nooo) mientras estaba aquí en casa.
¿Encerrada? En absoluto. Abriendo nuevas ventanas…
¿Y a ti, que cosas te han pasado mientras estabas en casa? ¿Qué parte de ti ha despertado mientras la otra dormía?
Referencias:
*Albert Camus, El Verano, (1954)
**Erich Fromm Del Tener al Ser, (1977)
***Discurso de Emma Watson en la ONU (2014)